Siempre ha sido la hermana pequeña, la que se dejaba en un rincón olvidado para que nos dejara tranquilos en nuestros juegos de niños grandes; siempre ha permanecido aletargada conscientemente porque su solo nombre ha escocido, y mucho: la formación.
De todos es sabido que, de los tres pilares que sustentan a una hermandad, cultos, caridad y formación (el llamado por algunos tridente CCF), ha sido conducta frecuente en las juntas de gobierno cargarlo todo sobre el primero, algo sobre el segundo y nada sobre el tercero, en algunos casos intencionadamente y en otros por falta de conocimiento de lo que es y debe ser una hermandad que tiene a Jesucristo y su Madre como bandera, no olvidemos nunca esto.
Hace tiempo, cuando la juventud aún bebía Trinaranjus, era algo habitual centrar la vida de hermandad en los cultos internos y la salida procesional, porque «ni había ni se sabía». Pero que esto siga ocurriendo en pleno 2018 es de juzgado de guardia.
Basar una gestión en la venta de lotería, organización de excursiones y publicación de un almanaque es un recurso que se me antoja pobre en la sociedad de hoy día. ¿Por qué no viene a nuestras hermandades el genio que inventó la pizza 4 quesos?. Ese relativamente reciente concepto comercial impuesto por Ikea de que «yo te lo vendo, tú te buscas la vida para montarlo», no debería imperar también en nuestras hermandades. Debemos estar por encima de esta sociedad infantiloide que alimenta a los cofrades que sueñan con alfombras rojas, que se ponen de perfil ante lo verdaderamente importante y que se dedican a convertir en categoría lo anecdótico y no lo esencial. Un poquito más de tiempo y recursos a la formación cristiana no hace daño a nadie; un poquito menos de gasto en prendas bordadas y baratijas que a la postre solo sirven para llenar vitrinas cual trofeos que alimentan valores superficiales tampoco creo que haga daño a nadie.
Excepto la Hermandad de la Piedad, que lleva décadas ofreciendo conferencias de vez en cuando, y la Hermandad de Vera-Cruz y Rosario que con su «YouCat» está haciendo lo propio con un programa más estructurado, el resto lleva sin hacer nada en este sentido desde hace años. Pero no hay noche sin día y, por fin, el panorama empieza a agitarse. Acabamos de asistir al florecimiento de dos nuevas propuestas: el «Apostolado de los Dolores» de la Hermandad Sacramental de los Dolores y la «Formación Nazarena» de la Hermandad de Jesús Nazareno. Esperemos que no se trate de una moda pasajera y que las hermandades que aún se muestran reacias a dar el paso se monten en el vagón y, entre todas, consigan que nuestras hermandades no se conviertan en organismos religiosos pobres espiritualmente, como se nos achacan desde ciertos sectores, y hagan fuerte este tiempo que me atrevería a denominar como EL DESPERTAR DE LA FORMACIÓN.
Francisco Frade
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